Me di cuenta después de retroceder en el tiempo. Mi esposo, quien había tenido una aventura, estaba teniendo otra aventura y la mujer con la que tuvo la aventura volvió a aparecer frente a mí. Además, no me quedaba mucho tiempo de vida.
“Deberíamos divorciarnos”, dije.
“¿Qué…?”
“No tengo ni un centavo para ofrecerte, así que empaca todas las cosas que te compré y vete. Y cuando digo todo, me refiero a todo, incluso tu ropa interior”.
“¿Por qué estás haciendo esto de repente?”
“¿De repente?”, pregunté con una sonrisa irónica en mi rostro. Siempre supe que era un hombre desvergonzado, pero esto era demasiado. “Deberías conocer la respuesta mejor que yo, hombre obsesionado con el sexo”.
